25 enero 2011

El fracaso de la república portuguesa

Cavaco Silva celebrando una victoria pírrica

En las elecciones presidenciales en la República de Portugal el pasado domingo se produjo el mayor nivel de abstención de la historia de la democracia portuguesa. El presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, resultó reelegido en los comicios presidenciales con el menor número de votos a favor en la historia de estas elecciones en el país luso, con 2,23 millones de papeletas, debido a la elevada abstención, que alcanzó el 53,3 por ciento.

Según los datos oficiales, Cavaco Silva congregó porcentualmente un apoyo mayor que cuando fue elegido como presidente por primera vez, en 2006, pero reunió menos votos absolutos. El candidato conservador ganó ayer en la primera vuelta con el 52,94 por ciento de los sufragios, casi dos puntos y medio más que hace cinco años (50,5 por ciento), pero con casi 550.000 votos menos. Lo que parece una victoria aplastante en porcentaje, en realidad es un espejismo.

En el año del centenario de la república, nacida con sangre a partir del asesinato del penúltimo Rey Carlos I de Portugal y la abdicación forzada de su sucesor, el Rey Manuel II, la república presenta su mayor fracaso  de todos. El descrédito de la clase política lusa, con el país bajo la atenta mirada de los mercados por su fragilidad financiera y alto déficit público, se reflejó en los comicios celebrados ayer, con un índice de participación notablemente bajo.

La abstención superó en 15 puntos la registrada en las anteriores elecciones presidenciales y batió un nuevo récord histórico al superar a la registrada en 2001, cuando alcanzó el 50,29 por ciento.

También se registró un incremento importante de los votos en blanco, decisión por la que optaron 132.182 electores, frente a los 58.977 de 2006. Los periódicos lusos, que coincidieron hoy en dar su portada a un feliz Cavaco Silva haciendo con sus dedos el signo de la victoria desde el balcón del Palacio de Belém, destacaron en sus primeras páginas la abstención "récord" de ayer, interpretada como una señal de protesta de los ciudadanos.

El socialista Manuel Alegre fue el gran perdedor, pues pese a contar con todo el apoyo de su partido, sus resultados han sido inferiores a los de hace cinco años cuando se presentó en solitario. Entonces obtuvo el 20,7 por ciento; ayer, tan sólo el 19,7 por ciento.

El independiente Fernando Nobre, por el contrario, puede darse por muy satisfecho con un digno resultado de entre el 14,1%, casi tanto como lo que obtuvo Mario Soares en 2006 (14,31 por ciento). 

El comunista Francisco Lopes quedó por debajo de lo esperado (7,1 por ciento), seguido de José Coelho (4,5 por ciento). 

La izquierda está acabada, como se puede comprobar con estos resultados, y es la izquierda la que trajo la república a Portugal por la fuerza.

Otra nota negativa de la jornada estuvo en las dificultades técnicas que muchos electores se encontraron a la hora de ejercer su voto. La introducción de un nuevo carné de identidad —una apuesta por la tecnología de los socialistas— jugó una mala pasada a muchos ciudadanos, que vieron cómo el sistema informático falló y no pudieron votar. Pequeños boicots en algunas localidades que no votaron como forma de protesta por falta de infraestructuras también fueron noticia, así como las bajas temperaturas en todo el país, que a más de uno le animó a quedarse en casa. Ser progre no es sinónimo de progreso, y así les va a los lusos con sus socialistas.

Portugal necesita un cambio sustancial en su sistema político. La república ha demostrado no servir como forma de estado, el presidente de la república no tiene la adhesión ni la representatividad que tendría un Rey de Portugal. La izquierda portugesa ha hundido el país en una crisis económica y política grave.

La situación creada a raíz de estas elecciones puede significar un adelanto de las elecciones generales. En el caso de que, en los próximos meses se produzca el rescate del FMI, muchos creen que el socialista José Sócrates no tendrá más remedio que dimitir. Aunque también hay quienes creen que la renuncia del primer ministro se producirá más bien en caso de que no se aprueben los próximos presupuestos. Un tercer posible escenario es que el anticipo de las elecciones venga como consecuencia de la disolución del Parlamento por Cavaco Silva. Pero en algo parece que todos están de acuerdo: la cuenta atrás hacia la crisis se inicia hoy.

¡Abajo la república!
¡Viva S.A.R. Don Duarte, Duque de Braganza!


2 comentarios:

Alberto dijo...

Sabes, este tema ha pasado muy desapercibido en España pero es un sintoma muy grave de deterioro de la democracia portuguesa. La gente está harta de sus políticos y necesita un cambio de sistema.

Ojala en portugal y en españa hubiera más defensores de la democracia directa, sistema que defiendo firmemente.

Un saludo. Me ha gustado tu blog

Atreides dijo...

Es una tendencia general en toda Europa. En Alemania ocurre lo mismo.

Me alegro que te guste mi blog.

Claro que el cambio de sistema debe decidirse en referendum para tener legitimidad, aunque muchas repúblicas se impusieron sin consultar al pueblo, sino por los hechos consumados.