28 enero 2011

La desaparición de la esencia de las cajas de ahorros (I): Caja Layetana

A raíz de los cambios inminentes en el ámbito de las cajas de ahorros, puede ser interesante repasar un poco la historia de algunas de estas entidades, que sin duda tenían algo de entrañable y hasta familiar cuando se constituyeron. Este carácter se está perdiendo desde hace bastantes años, especialmente desde que comenzaron a salir de sus provincias de origen mediante fusiones y sobre todo desde que fueron sometidas a los intereses de los políticos locales y autonómicos para servir a intereses que nada tienen que ver con su origen y finalidad.

Podría alegarse que hoy en día estos fines fundacionales no se dan en la misma medida que hace cien o ciento cincuenta años, pero es una argumentación más interesada que real. Si bien es cierto que el nivel de vida de todos los ciudadanos ha aumentado considerablemente y que hoy las operaciones bancarias no sólo están generalizadas, sino que son imprescindibles para cualquier gestión de pago o cobro, las cajas de ahorros sí podrían seguir siendo un eficaz factor de equilibrio y competitividad frente a la gran banca ofreciendo condiciones especialmente diseñadas para los ciudadanos de clase media y media-baja, así como para los profesionales autónomos y pequeñas y medianas empresas, todos ellos poco interesantes para la banca comercial.

Como una de las entidades que van a ser absorbidas en breve por Caja de Madrid -aunque Caja de Madrid ya anunció que en principio mantendría la identidad y autonomía de las cajas integradas en ella- quiero presentar a la Caja de Ahorros Layetana (Caixa Laietana), cuyo origen y trayectoria son un buen ejemplo de lo que era y debería seguir siendo la esencia de las cajas de ahorros. En lo sucesivo iré presentando a otras cajas de ahorros para ir repasando la historia de este modelo de entidades financieras y compararlas con las de otros países europeos. Se verá que su conversión en bancos -como parece ser el caso de La Caixa - Caja de Ahorros de Barcelona no sólo no es conveniente, sino que no es necesaria, pues existen otras alternativas para garantizar la cercanía futura al ciudadano y para evitar que las cajas sigan siendo un instrumento de la política de los partidos gobernantes.

Fundada el 8 de febrero de 1863 en Mataró (Barcelona), la Caja Layetana concentró durante siete décadas su operatividad efectiva en su ciudad de origen, hasta que en 1935, con la inauguración de la sucursal de Argentona, inició la expansión por su comarca natural. Paulatinamente echó raíces en poblaciones importantes del litoral y del interior de Cataluña. En 1976 inauguró su primera oficina en Barcelona y en 1988 se asentó en Madrid.

Los orígenes de Caixa Laietana se remontan al 8 de julio de 1859. El proyecto fundacional contaba de antemano con los apoyos necesarios, aunque no pudo conseguir su propósito hasta cuatro años más tarde, tras superar todos los escollos. Los iniciadores del proyecto alcanzaron el anhelado objetivo el 8 de febrero de 1863. Nacía una nueva Caja para “fomentar entre las clases laboriosas los hábitos de economía”.

El liderazgo, la tenacidad y la amplitud de miras del joven liberal Josep García Oliver (1834-1883) fueron providenciales en el empeño. Formado en sus viajes a Inglaterra, tenía conocimientos sólidos de economía y las ideas muy claras. Sobrino de un fabricante de lonas, fue la piedra angular, el impulsor de la fundación de la Caja, cuando aún no había cumplido los treinta años.

Josep García Oliver era fundador y secretario del Ateneo Mataronés. Esta institución, la más importante del s. XIX en la ciudad, acogió en su seno a la Caja de Ahorros en sus primeros años de existencia, hasta que consiguió tener sede propia. Artífice de la Biblioteca Popular (1866), génesis de la Obra Social más antigua de la Caja, fue alcalde de Mataró y diputado en las Cortes, por el Partido Liberal Monárquico, en la época de la restauración borbónica.

En plena Revolución Industrial, Mataró tenía mucho empuje en el orden demográfico y en el terreno productivo y comercial, destacando por las hilaturas de algodón, las fábricas textiles accionadas por vapor y las empresas manufactureras. El llamado Carril de Mataró había inaugurado en 1848 la primera línea férrea española.

La completa integración de la Caja en su zona de actuación conllevó la realización de numerosos proyectos en el ámbito sanitario, cultural, educativo y urbanístico. Destacan las viviendas sociales y los grupos escolares que se requerían para atender las necesidades del movimiento migratorio y el aumento demográfico.

La Obra Social, parte consustancial de Caixa Laietana, ha reafirmado su compromiso permanente con la sociedad, en todos los campos de la cultura, la educación, la salud, la concienciación medioambiental, la cooperación, la solidaridad y la cohesión social, gestionando y planificando los recursos de la obra propia y la obra en colaboración. Dos canales, una sola cosa. La Fundació Caixa Laietana, creada en 1987, gestiona una parte significativa de los recursos destinados a la Obra Social.

Así pues, el servicio propio como institución financiera se ha ido desarrollando paralelamente a la importante labor social, cultural y asistencial. Una proyección externa que perdura en el tiempo, adecuada a las circunstancias de cada etapa histórica. Caixa Laietana ha contribuido al bienestar y desarrollo socioeconómico de las personas, las familias y las empresas, apoyando las necesidades reales y orientando a dicha finalidad el conjunto de operaciones y servicios de su actividad financiera y la inversión productiva.

En enero de 2008, Caixa Laietana inauguró en Mataró su nueva sede corporativa, que dispone de una superficie útil de 32.000 m2 y de todos los avances tecnológicos. Integra los órganos de gobierno y dirección, la plataforma tecnológica y las actividades y procesos de los departamentos centrales, además de las sociedades del Grupo Caixa Laietana. El nuevo edificio, funcional y amplio, triplica el volumen de la antigua sede, transformada ahora en centro cultural.

La sede central está ubicada entre la avenida Lluís Companys y la calle Pablo Iglesias de Mataró, cerca de la Porta Laietana, en la entrada sur de la ciudad. Afirma su personalidad por la transparencia de los elementos constructivos que dejan pasar una luz diáfana. Dispone de una amplia zona de aparcamiento y tiene una comunicación perfecta con los principales ejes viarios. Desde la perspectiva de la calidad de servicio, las nuevas instalaciones destacan por la facilidad que tienen todos los clientes para efectuar sus gestiones en un espacio más amplio, confortable y accesible.

Al cierre del ejercicio de 2009, la entidad contaba con un total de 1.083 empleados y una red física de 256 oficinas, 238 situadas en Cataluña y 26 en la Comunidad de Madrid. En el marco de la actual evolución del sistema financiero, Caixa Laietana garantiza su función económica y social, salvaguarda y proyecta su identidad, e interactúa con los principales actores, mejorando su competitividad y capacidad de servicio, innovando el trabajo en red y ofreciendo depósitos, créditos y servicios financieros especializados, un poder de mercado asociado al grupo líder en el mercado español. 

Origen del nombre de "Layetana"
Los layetanos (laeatani, λαιαιτανοί) eran un pueblo íbero que habitaba en la costa de la provincia de Barcelona, al norte del río Llobregat y hasta el Tordera. Por el interior se extendían por la llanura del Vallés, puede que hasta la actual Manresa, aunque más probablemente esta ciudad era de los lacetanos, salvo que fuesen el mismo pueblo.

Las principales ciudades de su territorio fueron Ailuron o Lauro (la actual Mataró), como ciudad extramuros, que formaría un conjunto con la ciudadela y ceca de Ilturo (Burriac), Baitulon (Baetulo, la actual Badalona, a orillas del río Vaetulo, hoy Besós), Barcinon (Barkeno), Egara (Tarrasa) y Blanda (Blanes, cerca del río Larnum hoy Tordera).[1]

Barcinon fue fundada hacia el siglo VI a. C. (aunque después quizás fue refundada como Barkeno por los cartagineses). Anteriormente existió una ciudad cercana a Montjuïc, que probablemente se llamaba Laie de la que tomaron el nombre.

Como otros pueblos iberos, construían sus poblados sobre cerros y rodeados de murallas; las casas eran rectangulares y de piedra. Vivían de la caza, la pesca y la agricultura y tejían lana y lino. Su cerámica era poco desarrollada y trabajaban el bronce y el hierro. Almacenaban el grano en silos. Sus vinos eran apreciados. Uno de sus alimentos básicos fue un derivado lácteo similar al yogur.

Claudio Ptolomeo menciona también, como situado entre Baitulon y Ailuron, el Lunarion Akrum, el "Promontorio Lunario", probablemente un santuario lunar.

Existen referencias de monedas acuñadas con las leyendas Laiesken,[2] e Ilturo.
Los lacetanos provienen probablemente de los layetanos.
  1. Sanmartí, J. & Santacana, J. ELS IBERS DEL NORD. Rafael Dalmau, Ed., Barcelona, 2005. (ISBN 84-232-0691-2)
  2. Villaronga, L. Les seques ibèriques catalanes: una síntesi, Fonaments, 3, 1982.
Obtenido de "Layetanos"

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