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Como era de esperar, a los hosteleros no les gusta nada la prohibición de fumar en sus locales. Muchos, si no la mayoría, tienen en sus establecimientos máquinas expendedoras que suelen dejar un buen ingreso complementario, aunque estén obligados a controlar que no puedan usarlas menores de edad.
Ahora quieren presionar al gobierno anunciando que podrían quitar dichas máquinas de sus establecimientos, por lo que hacienda dejaría de ingresar bastante dinero en concepto de las licencias y la reducción de la venta de tabaco.
“No estamos dispuestos a que se venda tabaco si no se puede fumar en nuestros establecimientos”, dice Ángel Gago, máximo responsable de la Federación de Hosteleros de País Vasco. Gago explicó a El Confidencial la iniciativa que lanzó ayer por la mañana a los hosteleros de su comunidad: deshacerse de todas las máquinas expendedoras de sus establecimientos que, sólo en el País Vasco, suman más de 7.000. “El Gobierno se merece que le demos donde más le duele: en la recaudación de impuestos”.
Si el Gobierno recaudó en 2009 más de 9.000 millones de euros en impuestos sobre el tabaco, eliminar de los bares y restaurantes las máquinas expendedoras que existen supondría un gran varapalo para las arcas públicas, ya que la mayor parte de los consumidores de nicotina adquieren sus cajetillas en bares o restaurantes. “Nosotros vendemos tabaco para satisfacer a nuestros clientes, no para que se vayan a fumar a la calle. Así que, si ahora el Gobierno prohíbe su consumo en el interior de nuestros establecimientos, a nosotros no nos compensa vender cajetillas de tabaco a las que le sacamos 15 céntimos por unidad”. Y es que deben abonar trienalmente 180 euros al Comisionado de Tabaco, además de los gastos de luz y la vigilancia que supone que los menores no compren ninguna cajetilla de tabaco.
Lo que suena un poco dudoso es lo de los 15 céntimos de ganancia. Tampoco parece muy probable que el gobierno sea tan contrario a esta reducción de máquinas expendedoras, sino todo lo contrario. La ley antitabaco en su versión anterior ya supuso una reducción de las máquinas para reducir así la facilidad de adquirir cigarrillos en cualquier parte.
Tampoco parece tan probable que se adhieran a la iniciativa tantos establecimientos, porque existen zonas en las que apenas es posible comprar tabaco por la noche, y tener una máquina expendedora siempre es un atractivo para ganar clientes o al menos para generar ingresos adicionales.
Gago cree que la tasa que deben pagar es la que más puede alentar al propietario a que retire la máquina de su establecimiento. “Exigiremos a la Administración la parte proporcional de la cuota que hemos pagado desde que no se puede fumar, hasta que concluya el periodo abonado”. Pero es un argumento poco convincente. El poder seguir vendiendo tabaco no está en contradicción con la prohibición de consumirlo dentro de los mismos locales, aunque ciertamente el consumo y la venta del tabaco bajarán al dejar de ser una parte de las reuniones sociales dentro de los locales.
En las 24 horas que han pasado desde el llamamiento de la Federación de Hosteleros Vascos, un buen número de sus miembros ya han confirmado que se desharán de su máquina en cuanto puedan, lo que es una respuesta muy comedida, seguramente a la espera de cómo va a evolucionar el comportamiento de los fumadores.
Como se ha constatado hasta ahora, las ventas de tabaco en general han aumentado un 3% en 2010. Lo único que podría hacerlas bajar de una forma más drástica será la "colaboración" de los hosteleros al quitar las máquinas expendedoras. Así, la protesta se convertiría involuntariamente en aliado de la nueva ley, cuyo objetivo téorico es reducir el consumo de tabaco.
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