Las elecciones parlamentarias celebradas el pasado martes en Estados Unidos de América han dejado a Obama y al Partido Demócrata en una situación bastante complicada al perder la mayoría en el Congreso.
No es de extrañar. Todos los que analizaran en su día los discursos de Obama previos a su elección como presidente, tenían que tener muy claro que Obama es un fraude igual que Zapatero. La vacuidad de sus discursos es similar, aunque Obama tenga una calidad de discurso superior a Zapatero. Pero ambos coinciden en no decir nada concreto y de carecer de un programa fiable que pueda suponer un verdadero progreso en sus respectivos países.
Por añadidura, Obama no gobierna libremente. Está rodeado de decenas de hombres al servicio del Club Bilderberg y del Council for Foreign Relations (CFR), "órgano" superior al Club Bilderberg. Esto es así desde hace muchas décadas, siendo el presidente de turno del club o no, con independencia de si es republicano o demócrata, y esta circunstancia es determinante para la acción del gobierno, que en realidad no responde a las necesidades del pueblo estadounidense, sino a los intereses de Bilderberg.
Aunque en Europa no vivimos de cerca lo que ocurre dentro de EE.UU., parece evidente que no ha cambiado mucho. El discutido plan para crear un sistema de seguridad social avanza con dificultades y no es bien recibido por los más conservadores. Es una cuestión de principios, de la ideosincracia norteamericana de los tiempos de los fundadores del país. Y es, precisamente, esta ideosincracia que ha dado origen al llamado Tea Party, del que tantos hablan ahora en Europa a la vez que nadie parece entender muy bien qué significa, ya que no tiene que ver ni con tomar el té ni con ningún partido nuevo. Sólo se entiende sabiendo lo que fue el Tea Party: el punto de partida de los Estados Unidos de América, la independencia de las colinias británicas que dieron origen a los primeros estados de EE.UU. Sólo ya por su origen, el Tea Party no es extrapolable a Europa y ni siquiera a Canadá, un reino aún ligado estrechamente a la Corona Británica y su historia mucho más europea que la estadounidense.
Queda por esperar la acción del gobierno Obama de los próximos dos años. Pero seguramente no habrá camvios significativos. La desindustrialización de EE.UU. propugnada por Bilderberg sigue su curso y tiene efectos demoledores para la economía nacional y el bienestar de los ciudadanos. El surgimiento de un movimiento que retoma el viejo nombre del Tea Party es una señal de rebelión de los ciudadanos contra el poder corrompido e inepto. Lo que presentan aquí como ultraconservador no es otra cosa que la reafirmación en los valores en los que se fundaron los Estados Unidos, algo que sin duda no vendría mal en Europa: redescubrir los valores culturales y sociales de la vieja Europa implicaría repensar muchas políticas actuales sin que ello tendría que significar un retroceso ultraconservador ni mucho menos. El problema es que los que ostentan el poder en la actualidad no creen en los valores comunes a todos los ciudadanos.
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