15 noviembre 2010

Prevost: Un viernes con Albert Rivera

El viernes por la tarde me acerqué al Círculo catalán de Madrid para escuchar al líder de Ciutadans dar el pistoletazo de salida a la campaña electoral con una pequeña charla coloquio en la Plaza de España. La verdad que me fui con muy buen sabor de boca. Si Ciudadanos se presentara en Madrid lo tendrían complicado conmigo por lo mucho que significa para Prevost Esperanza Aguirre, pero si fuera catalán, otro gallo cantaría, más teniendo en cuenta a la morralla que alberga el PP de allí. Ciudadanos es el partido político con menos pelos en la lengua y de los más liberales, a años luz de PP, los lepenianos de Anglada o la cada vez más oscura UPD, y eso lo percibes ya no sólo en los discursos anti nacionalistas o frente a ETA, sino en los modos y cada palabra que sale de la boca del líder, enfocada a la regeneración real de la política y el corrupto sistema español.

La presentación, breve e inmejorable de nuestra amiga Ruth Loring Lortzing, preparó a los asistentes - unas 30 personas- el ambiente para recibir a Rivera hablando de la partitocracia, o eso que Ramón Peralta llama cupulocracia y yo hiperbolo a Crapulocracia. Albert tras atender a los medios saludó a los catalanes y no catalanes del recinto mientras defendía el hablar hoy en castellano porque le gusta usar las dos lenguas de los catalanes. Y se dispuso a criticar a Montilla o el PP por variar los discursos y hechos que los han caracterizado durante los últimos cuatro años de cara a las elecciones. Es decir; debate de las lenguas, estatuto, toros, multas, opresión. De los populares dijo no les ha costado nada copiar ahora el discurso Ciutadans cuando llegan las elecciones, aunque ya están vendiendo a sus votantes al preparar bajo mano un pacto con nacionalistas de CIU, es decir, engañando, nuevamente, a sus ya sufridos votantes.

Mencionó una y otra vez el efecto Ciutadans y cómo el empuje de su formación supondrá un éxito no sólo traducido en votos sino en que los partidos nacionales "entiendan que abandonar al ciudadano tiene un coste a la larga". Los catalanes entienden que el discurso de Ciutadans es fiable, que no varía, y que "no nos sentaremos con nacionalistas como está deseando el PP para gobernar o como lleva haciendo siete años ya el PSOE". Ese efecto, dijo Rivera, también se notará en los nuevos votantes o los que votaron en blanco, porque según él, en Cataluña se vota con la nariz tapada y ahora habrá mucha gente que acuda feliz, contenta, con ganas ante una opción realmente democrática y regeneradora.

Tras eso pasó a la Cataluña que fue, la que es, y optimista ante la que puede ser aún. La de las libertades y creatividad de los 70 a la opresiva y gris actual. Una imagen generada por treinta años de nacionalismo que la hace poco apetecible para los propios catalanes, el resto de españoles o los inversores, que son los que deben llevar la prosperidad. Para Albert Rivera, deben ser los Ciutadans los que abanderen el cambio de rumbo de una región que han dado por perdida PSOE y PP, cuyo objetivo es tan sólo pillar un trocito de tarta del pastel, aunque sea favoreciendo al nacionalismo. Para Rivera todavía se pueden cambiar las cosas y los catalanes no han de echar siempre la culpa a Madrid o a sus dirigentes, sino que deben preocuparse de ver a quién votan y qué parte de culpa tienen ellos. Las cosas pueden cambiar y en la mente de Albert Rivera está tender puentes con el resto de España, rehacer lazos y crear sinergias.

Para mí lo realmente apasionante fueron sus condiciones para sentarse a negociar con los nacionalistas, enfocadas al estatuto y la relación con la ciudadanía, es decir, el olvido de sus pretensiones nacionalistas. Algo loable y que de cumplirse supondría un gran avance para las libertades en Cataluña. En paralelo a ello habló del pacto anti corropción y ley electoral que ha propuesto y replanteará en el Parlament para evitar los gúrteles que salpican a todas las formaciones políticas grandes. Según Rivera no harán como el PP, esperando con ansia el que el nacionalismo les elija para gobernar, sino que impondrían una serie de condiciones muy estrictas.

Habló en ese pacto de la ley electoral de cosas que a mí me sonaban de maravilla, como las listas de abiertas, imprescindibles para eliminar a los corruptos protegidos de los partidos políticos, las primarias obligatorias por ley, la limitación de mandatos, o la limitación del gasto electoral de los partidos.

Ya después de eso, y si os soy sincero, me entró un bostezo y unas increibles ganas de fumar, así que me bajé a la calle para subir justo a la hora del ágape, en el que entra cavas y canapieses pude charlar con Álvaro Lodares, Ruth y Julio, o Buendía, además de algún conocido de Facebook. Si Ciutadans no se estropea como le ocurrió a UPD, será la Alternativa (no sólo catalana) de los próximos años. No estuvo mal el viernes, no.



Albert Rivera (C's) en el Círculo Catalán de Madrid from Ciudadanos (C's) Fed Centro on Vimeo.

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