27 julio 2008

Separatidad

Pepiño Blanco es demagogo profesional, sabe lo que hace y dice, por muy mal que pronuncie las palabras. Llama separadores a los que luchan contra la separación lingüística, que implica la separación entre regiones que durante siglos, milenios han estado juntas como lo que hoy en día aún se considera una nación: Hispania.

Lo que ocurre es que la táctica de los verdugos es hacerse las víctimas y convertir a las víctimas en verdugos - ante la opinión pública. Creen que cuanto más insisten, más cala el mensaje y se lo creen los votantes (en las elecciones tuvieron éxito con su demagogia). Los socialistas hacen el juego de los nacionalistas con tal de captar el voto nacionalista y perpetuarse en el poder.


Evidentemente, los que dicen defender los derechos de los ciudadanos, los derechos sociales, hacen todo lo contrario: los limitan cada vez más a la población en general para privilegiar a unos pocos: nacionalistas, grupos sociales minoritarios, radicales de la izquierda, pues parece que sale muy rentable en cuestión de votos.

Los derechos de igualdad de la mujer se convierten en la discriminación del hombre, la paga única por hijos se limita mediante consideraciones legalistas para discriminar a extranjeras que tienen un hijo de un español y no llevan dos años en España. La igualdad del hombre (padre) no es la misma que la de la mujer extranjera (madre de niño español). Luego hablan de integración...


Con la lengua proceden de la misma manera. Lo peor es que el PP catalán se sube al barco de Z, cuyos capitanes no conocemos bien por ser multitud, y los derechos de los ciudadanos se reducen cada día más en Cataluña, Vascongadas, Galicia, Baleares, País Valenciano. Sólo que en el caso de la lengua española hay un componente nacional que debe ser erradicado al igual que se erradican los monumentos y las placas conmemorativas de personalidades y hechos del franquismo, mientras se mantienen y erigen otros y otras en memoria de personajes, personajillos y hechos nefastos de tiempos de la segunda república y hasta de la dictadura bolchevique soviética (recuérdense los monumentos que algunos alcaldes andaluces han levantado en memoria de Lenin, del Ché y -creo recordar- hasta de Stalin, o si no, al menos hubo el intento).


El español y la bandera de España están proscritos de algunas comunidades autónomas, pues debe ser que recuerdan al franquismo. Se crean naciones artificiales que nunca antes habían existido (piénsese que en la edad media no existía el concepto de nación, sino el feudalismo).
La izquierda europea lleva décadas trabajando en la erradicación de las identidades nacionales históricas para sustituirlas por otras artificiales.

Especialmente en países con un pasado dictatorial militarista (de extrema derecha) o nacional-socialista (de extrema izquierda) se utiliza el sentido de la culpabilidad para justificar la erradicación de símbolos nacionales y grandes hechos históricos, de héroes nacionales, de nombres de calles, de la memoria histórica verdadera de países que ya existían antes de haber tenido dictadores no bolcheviques (es decir, que no eran comunistas, socialistas).


Al recordar constantemente la culpabilidad del pueblo y de su nación por lo que ocurrió hace sesenta, setenta años, algo muy ajeno a las generaciones actuales frecuentemente tan mal formadas en materia de historia, geografía y literatura, parece que la izquierda (tan bolchevique como hace 90 años y tan fascista como los socialistas nacionalistas de Hitler y Mussolini) consigue un efecto paralizador que hace que la gente acepte sin mayor revuelo que se imponga la voluntad de los que se creen en posesión de la legitimidad única para cambiar la sociedad y acabar con la nación, el estado nacional, para sustituir ambos -sociedad y nación- por subsociedades y subnaciones limitadoras de la libertad y del libre albedrío que corresponde a cada ciudadano dentro de un marco democrático y no anárquico para ser feliz y vivir según cada cual considere oportuno, en el sentido de la defición liberal que en su día dio S.M. el Rey de Prusia Federico el Grande: "Jeder soll nach seiner Façon selig werden." [Que cada uno sea feliz según su propia manera de ser].


Esta célebre frase es una de las ideas básicas del liberalismo. Liberalismo es conceder máxima libertad al ciudadano para que desarrolle su vida como le parezca, y para que ello no se convierta en anarquía, se rige por unas normas. Que los socialistas no son liberales ni nunca lo serán, queda fuera de toda duda. Ellos, que tanto hablan de respeto, no respetan a nadie que no piense como ellos. Quieren transformar a la sociedad en algo diferente a lo que quiere la sociedad, aunque sea por la fuerza (véanse las citas de Pablo Iglesias). Socialismo es del todo incompatible con el liberalismo, aunque algunos crean que lo es.

Si algo queda del franquismo, son ellos, los socialistas y los nacionalistas, sólo que ellos son mucho más radicales que los franquistas.
Sólo queda una duda: ¿Qué harán con lo que queda una vez que hayan acabado con España? ¿Para qué lo hacen? ¿Para que los españoles de cualquier región del país tengan menos oportunidades profesionales? ¿Para que se vayan del país si quieren prosperar? ¿Quién alimentará a los inmigrantes que con tanto amor acoge el gobierno de Z -llevándoles a regiones gobernadas por el PP- si los que generan riqueza se van del país porque en España ya no pueden trabajar hablando español?

¿Qué hacen los pulgones cuando han acabado con una planta? Avispas y hormigas los pueden llevar a otras plantas, con las que acabarán un poco más tarde. Muertas todas las plantas a las que chupar la savia ¿qué queda? ¿Socialismo y muerte?


Tal vez el Manifiesto por la Lengua Común sirva para limitar una parte de los daños que la actual política separadora del gobierno de Z está causando.

(Separatidad = Incomunicación)

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Oh Atreides, caro a Zeus! ¿por qué nos torturas? ¿hasta aquí has traído las cóncavas naves para luchar contra esta quimera de pacotilla? ¿a qué dioses hacemos sacrificios para combatir a la demagogia cateta y resultona?

Porque hoy en vez de política de gobierno que sea digna de tal nombre sufrimos el acoso insufrible de la propaganda, todo es propaganda, propaganda falaz, detrás no hay nada, nada más que consignas, eslóganes, retos, sensiblerías, cursiladas,… de un mesianismo ridículo y resentido ante las supuestas ofensas ancestrales de la civilización occidental a la peculiar manera de entender el mundo que llega hasta algunos anuncios, que nos conviene la alta tensión.

Y para llevar a cabo su misión y mantener la tensión han elegido de cada pueblo lo más selecto y de cada casa el mejor, porque digo yo –a ver si me caen cien mil-, en ese partido ¿hay alguien más menerre que Zp? ¿hay alguien más titiritero que Pepino? ¿hay alguien más cazurro que Bono? ¿hay alguien más Tancredo que Solbes? ¿hay alguien más borde que la Vice? ¿hay alguien más mentiroso que Rubalcaba? ¿hay alguien más bellaco que Bermejo? ¿hay alguien más delincuente que Cándido? ¿hay alguien más florero que Bibiana?

Y la próxima semana, repasamos a la oposición. ¿Qué oposición? Pues eso.