Lo del PP es de traca, para no decir de pena o de vergüenza ajena. Tras el congreso a la búlgara, con su candidato único y su lista única nombrada a dedo por Rajoy, ahora continúa la limpieza a toda máquina. La democracia se queda en el camino, o se podría preguntar retóricamente al más puro estilo leninista: ¿Democracia? ¿Para qué? ¿Para quién?
Si hasta hace unos días parecía que había hasta tres candidatos para presidir el PP de Cataluña, ahora sólo queda una, una que ha sido impuesta por Génova y en detrimento de las demás. Ni Daniel Sirera ni Alberto Fernández Díaz tienen el valor de presentarse y aceptan la retirada tras entrevistarse con Ana Mato (aquí te pillo, aquí te mato), quedando sólo la incertidumbre de Montserrat Nebrera.
El PP es un partido sin democracia interna. Los candidatos se imponen desde Génova sin intervención de las bases. Según se comenta en la radio, la candidata impuesta es una progre catalanista: Alicia Sánchez-Camacho. Con ella tocará el fin del PP en Cataluña, pues por ahora Sirera parecía un poco mejor que Piqué, pero ya con la nueva propuesta única, en Cataluña a este partido lo va a votar su p... m....
Este es el nuevo PP de Rajoy. ¡Viva el despotismo! Un partido que actúa de esta forma no puede pretender que le creamos que defiende la Constitución. El PP no es un partido democrático, es una empresa de un grupo de amiguetes que decide todo desde la sede principal. Rajoy se ha propuesto o acabar con el PP para allanar el camino al P$O€ o no está en sus cabales. Lo que tiene que dar el PP a un demócrata de verdad son náuseas. A mi al menos me las da. Sólo queda una duda: ¿Quiénes serán los dos negritos que faltan? Eso sin contar con la estampida de afiliados que, sin duda, continuará tras el congreso del PP de Cataluña.
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