Hugo Chá�vez ha se�alado que ha llegado "la hora de la victoria definitiva" para la "revoluci�ón" que dirige y exigi�ó a sus seguidores que aprobasen de forma "contundente" la enmienda constitucional. Entre gritos ha dicho que "el domingo se sabr�á si Hugo Chá�vez se va o Hugo Chá�vez no se va. De ustedes es la palabra, de ustedes es la decisió�n soberana". Sólo que la soberanía no reside en el pueblo, sino en él, porque él es el pueblo, y no creo que le sentaría muy bien perder este referendum.
Al más puro estilo populista, Ch�ávez exclamó que "el domingo desde las tres de la mañ�ana estará� en cada mesa electoral esperando por ti, esperando por ti mujer, esperando por ti hombre, esperando por ti joven". Y continu�ó: "Para que ustedes hagan conmigo lo que ustedes quieran, porque yo no soy Ch�vez, yo soy un pueblo, yo no me pertenezco, yo le pertenezco al pueblo de Venezuela, mi vida no es mí�a, yo la viv�í ya, mi vida es de ustedes, hagan con ella lo que ustedes quieran".
Chávez parece sentirse seguro de su éxito. De prosperar su enmienda, Chá�vez quedar�ía habilitado para presentarse en el 2012 al cargo presidencial –que ejerce desde 1999– lo que bajo las actuales normas constitucionales es imposible, porque se limita a una sola la posibilidad de repetir en un cargo electo por voto popular. "Yo estoy listo para gobernar los cuatro a�ños que me quedan y para gobernar los seis subsiguientes (...) para que continuemos creando la Venezuela socialista", declar�ó. Evidentemente, al calificar a Venezuela de socialista ya no queda opción contraria. Se le priva al pueblo de su derecho de decidir y de elegir a otras opciones políticas.
Lo que parece olvidar Chávez es que hasta ahora ninguna dictadura se ha podido eternizar por muchos plebiscitos que haya celebrado para aparentar una voluntad popular abrumadora a su favor. Dudo mucho de que estos comicios serán limpios y espero que la mayoría de los votantes tenga visión suficiente para saber que debe decir no a las pretensiones de Chávez. La expulsión rocambolesca de Luis Herrero es un ejemplo ilustrativo de ello.
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