Estos días abundan los debates y los artículos sobre el asunto de los cementerios de residuos nucleares en España a raíz de un concurso público que se ha sacado de la manga el gobierno de España, y parece que cualquier municipio español puyede optar por ser adjudicatario para la construcción de un almacén de estas características sin tener que ofrecer más que buena voluntad.
Al mismo tiempo, llama la atención que sean las aldaldías más catetas regidas por el Partido Patético las que se han lanzado para hacerse con la adjudicación, y es bastante evidente que aquí sólo cuentan criterios lucrativos y no medioambientales ni técnicos.
Por añadidura, son los ediles municipales que ostentan la mayoría en los consistorios los que toman la decisión sin pensar ni siquiera en la opinión de la población afectada ni mucho menos la de los municipios vecinos, igualmente afectados por la posible instalación de un almacén de residuos nucleares.
Se trata de una decisión importante y de envergadura para cualquier municipio y su comarca. Defiendo la posición de que deberían ser los mismos ciudadanos quienes deciden sobre un asunto tan importante, para eso existe la fórmula constitucional del referéndum municipal. Pero no sólo debería ser la población del municipio que quiere obtener la instalación del ATC, sino toda la comarca, que se verá afectada significativamente por la existencia del almacén nuclear, como puede ser por la repercusión que tiene para el turismo de la zona (pensemos en casas rurales etc.).
Tampoco se actúa con seriedad, siendo el nuevo proyecto otra frivolidad del ministro Bombilla. Parece que cualquier pueblo puede optar por ese almacén sin cumplir condiciones topográficas, geológicas, medioambientales, etc., y todo el procedimiento del gobierno es una nueva muestra de su frivolidad y no saber estar a la altura de las circunstancias. Improvisación en lugar de seriedad. Se aprovecha, además, de un entorno favorable, pues con la crisis económica y la ausencia de ofertas interesantes para crear empleo en pequeños municipios rurales, algunos alcaldes de poca cultura parecen creer que esto del almacén nuclear es la panacea para su zona. Pero olvidan que la mayor parte de los empleos creados son temporales mientras dura la construcción, y seguramente no se contrate a gente del lugar para ella. Los empleos fijos que puede ofrecer tal cementerio nuclear serán pocos.
Sólo Ciudadanos defiende la participación ciudadana en cuestiones importantes, mientras que los demás partidos deciden despóticamente. Es el momento de cambiar el estilo de hacer política. En España es necesario aprender delegar determinadas decisiones en la ciudadanía y someterse a su criterio. Convocar plebiscitos vinculantes sobre propuestas como un almacén de residuos nucleares implicaría la necesidad de informar detalladamante sobre el proyecto para que todos puedan decidir con criterio y cierta objetividad.
Se añade a toda la problemática que actualmente las energías renovables no están lo suficientemente desarrolladas como para ser una alternativa a las energías de generación obtenidas de fuentes energéticas contaminantes como el carbón, el gas natural, la incineración de residuos o la nuclear. Se practica una política energética populista paralizando la renovación de las centrales nucleares existentes o la construcción de centrales nuevas, mientras se compra energía nuclear de otros países. No se contribuye a la eliminación de la energía nuclear permitiendo que se explote másivamente en países vecinos como Francia. En lugar de ello, y mientras no existan alternativas eficientes, se haría mejor en construir centrales nucleares modernas y seguras en combinación con la b´ñusqueda de soluciones aceptables para los residuos contaminantes que generan.
La mejor alternativa de la fusión nuclear, que no produce residuos radiactivos, no se ha desarrollado con celeridad por intereses económicos y políticos, cuando ésta podría ser la solución definitiva para los problemas energéticos actuales. Mientras tanto es necesario buscar soluciones para no depender en exceso del suministro de fuentes energéticas de terceros países y no llenar nuestros paisajes de centrales eólicas que no sólo generan cantidades insuficientes de energía, sino que además suponen un serio peligro para las aves y contaminan visual y acústicamente las zonas en las que se instalan.
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