Iberia Líneas Aéreas de España, es una compañía condenada a desaparecer. Lo que era antaño una gran compañía a la altura de otras como Lufthansa, Air France o British Airways, ahora se está convirtiendo en una compañía periférica y marginal que renuncia a los grandes trayectos, perfectamente rentables por su cuota de ocupación, dejando España en una situación lamentable al desaparecer conexiones directas con grandes capitales europeas o iberoamericanas.
La fusión perpetrada por el anterior gobierno socialista, aunque auspiciada ya en tiempos de Aznar (tanto monta, monta tanto), que entrega a Iberia a British Airways, mucho mayor en tamaño, que, por tanto, está aplicando una política que supondrá la absorción de Iberia y su desaparición como compañía independiente y de renombre.
El caso más reciente de supresión de trayecto es él de Berlín, capital de Alemania y, como tal, punto neurálgico de la política europea. Iberia operaba la única conexión directa con el aeropuerto de Berlín-Tegel, con tres vuelos diarios casi siempre con lleno total e insuficientes para atender la gran demanda de vuelos a Berlín, una ciudad que está de moda y en la que residen miles de españoles y a la que viajan otros miles de forma constante.
Iberia deja de operar un trayecto que ofrecía desde la caída del muro, prácticamente 22 años, pero no sólo eso: La única compañía que sigue ofreciendo vuelos directos desde Madrid es Easyjet, con la diferencia de que vuela al antiguo aeropuerto Schönefeld, en la antigua zona comunista en las afueras de Berlín, entre muchos pilotos también llamada "pista rusa", al lado del cual se levanta el mayor desastre aeroportuario de Alemania, el ¿futuro? aeropuerto internacional de Berlín-Brandemburgo, sumido en un caos de retrasos y ausencia de toda planificación, todo ello responsabilidad de dos gobiernos socialistas, el berlínés liderado por el nefasto alcalde Wowereit y el brandemburguense liderado por Platzeck, cada cual más inepto que el otro.
Parece que la mala gestión, la ausencia de planificación y el provincianismo no son sólo características de los gobernantes españoles. El caso de Iberia es sólo un ejemplo más de falta de visión, ausencia de grandeza y la incapacidad de gestionar empresas y servicios públicos con eficacia y vocación de servicio.
Iberia llama al desastre "Plan de Transformación". ¿Transformación en qué? ¿No será, tal vez, una especie de metamorfosis kafkiana para convertir a un gran cisne en un escarabajo inmundo? Kafkiana es toda la política española, y no sólo la española, más bien toda la política europea. Se fusionan compañías para hacerlas desaparecer y convertirlas en otra cosa, en monstruos abtractos, sin historia, sin personalidad, sin calidad, en entes inabarcables, inhumanos, impersonales, masificados, a la vez que con ellas desaparece la diversidad de la oferta; compañías que acaban siendo semimonopolios, sin competidores reales, lo que es una causa más de la mala gestión y del servicio de baja calidad al faltar por completo la competencia.
Las empresas convertidas en macroentes globalizados son reflejo de una Europa que engulle a los estados y los somete a su dictado, al dictado de burócratas ajenos a la realidad social y económica, incapaces de pensar como hombres de estado, en una cultura enajenada y manipulada carente de una base sólida de valores morales, culturales y sociales y de una conciencia histórica. El orgullo de los pueblos era el principal factor competitivo que hacía progresar a las naciones y las economías nacionales, un orgullo que implicaba el conocimiento de la propia historia, aunque si tal orgullo se pervertía acababa en guerras, que sólo supusieron retrocesos en el desarrollo.
Hoy estas guerras se hacen en el plano económico, siendo la economía -al parecer- el único motor de la política europea y mundial, sólo que éste carece de orgullo al faltar todas las demás bases. Lo que antes funcionaba durante décadas, si no siglos, ahora de repente no funciona, en contra de toda lógica (al haber más movilidad, más poder adquisitivo, más tiempo libre, más intercambio, más demanda). Y quizá el problema resida justo en esa globalización y el deterioro del nivel moral, cultural y social en medio de la creciente enajenación de las sociedades europeas.
La metamorfosis europea es un esperpento decimonónico elevado al cubo. Está claro que este no es el camino. Nuestro mundo no debe ser cada vez más kafkiano, gobernado por escarabajos.
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