El anuncio del bloguero Harto de querer dejar España y su blog es un síntoma de lo que muchos percibimos. Hay una cierta sensación de desesperación. Las nubes negras en el horizonte no han durado nunca tanto como este año, casi se pueden contar los días de sol y calor. El cielo casi siempre es gris plomizo, deprimente. Es tan deprimente como todo lo que acontece en España.
Las nubes negras son tan insistentes como lo es el discurso político, que versa siempre sobre lo mismo: País Vasco, Cataluña, la crisis económica que según Z no existe, la manipulación de la historia y de las mentes de los niños, la destrucción de la memoria histórica. Para qué seguir enumerando.
Las nubes negras son tan insistentes como lo es el discurso político, que versa siempre sobre lo mismo: País Vasco, Cataluña, la crisis económica que según Z no existe, la manipulación de la historia y de las mentes de los niños, la destrucción de la memoria histórica. Para qué seguir enumerando.
Los motivos para el desánimo son muchos. Este desánimo aumenta aún más al comprobar que España sigue en las mismas que en el siglo XIX. La mentalidad democrática nunca ha alcanzado realmente amplias capas de la sociedad, la mayoría sigue con una mentalidad absolutista, inquisitorial, excluyente y marcada por la envidia unida al temor de ser desbancado por alguien mejor preparado o capacitado.
Esta mentalidad no es exclusiva de la derecha, la izquierda hasta la supera, pues la intolerancia jacobina hasta deja traslucir cierto instinto asesino guillotinista que la lleva a acabar con todos los que no piensan en una determinada dirección.
En realidad también continúan los pronunciamientos, sólo que hoy no acaban en revueltas -al menos por ahora-, pues el reciente de Ibarreche ha sido una muestra. Parece que cada cual que quiere imponer un criterio con efectos políticos se salta la ley y hace lo que le viene a la mente. El respeto al ordenamiento jurídico es cuestionado con tal de sacar adelante una propuesta descabellada y desestabilizadora.
En realidad también continúan los pronunciamientos, sólo que hoy no acaban en revueltas -al menos por ahora-, pues el reciente de Ibarreche ha sido una muestra. Parece que cada cual que quiere imponer un criterio con efectos políticos se salta la ley y hace lo que le viene a la mente. El respeto al ordenamiento jurídico es cuestionado con tal de sacar adelante una propuesta descabellada y desestabilizadora.
El sueño surrealista:
Hace poco tuve un sueño muy raro me temo premonitorio.
Resulta que se extendía la sensación de huida masiva,en un entorno grisáeco y abandonado,con miedo a controles represivos.
Se intuían tanques sin verlos,
pero la certeza de que existíanhacía sentir miedo.
Una familia se disponía a abandonar su casa,supuestamente para irse de vacaciones. En sus ventanas cerradashabía cartelitos en los que ponía "VIERNES SANTO", sin más detalle,como si se simulase que sólo se ausentarían hasta cierta fecha;la casa medio vacía.
¿Cuál sería la esencia de este mensaje?
No era Semana Santa ni mucho menos...
Las calles estaban medio vacías, aunquela vida normal seguía.Mientras, yo buscando una caja para ingresar un cheque.
No me iba, pero
presentía que algo malo estaba por llegar yque era mejor plantearse abandonar el lugar.
Mi municipio, en la realidad rodeado de verde,parecía inserto en un terreno árido.
El subconsciente a veces es más certeroque lo pueden ser las ideas razonadas.
Esto me lleva a pensar en la literatura disutópica:
Así como la novela utópica fue el anticipo de un pensamiento social crítico, las grandes novelas antiutópicas del siglo XX pueden interpretarse como el precedente de un serio y agudo pensamiento disutópico alimentado en la crítica de las ilusiones utópicas y en la consciencia de los grandes crímenes contra la humanidad que constituyen parte del cimiento del orden mundial.
El pesimismo ante las tendencias de nuestro tiempo ha sido un tema recurrente que ha generado una literatura específica, peculiar del siglo XX. La ficción especulativa ha cambiado radicalmente el sentido y el signo del horizonte imaginativo propio de la literatura utópica. La experiencia histórica ha promovido una mirada literaria de la desilusión y el desencantamiento. No va a ofrecer proyectos de armonía universal sino su espectro: aflorará la cara oculta de la fe en la tecnología y el progreso. En lugar de propagar la esperanza en el porvenir, desespera del presente al contemplar sus raíces enajenantes.
Es una literatura demolida, el fruto de la imaginación defraudada de la humanidad del siglo veinte. Así, puede afirmarse que el nexo entre utopía y literatura de ficción especulativa pasa por su conversión en contrautopía, en utopía negativa (Nuñez Ladeveze, 1976). Un concepto literario de antiutopía nos lo proporciona Miguel Espinosa: "la utopía describe cómo debe ser la comunidad a través de figuras positivas. Ahora bien: si abstraemos de una determinada sociedad cuanto es contrario al bien y, convenientemente aislado y delimitado, lo exponemos en un libro, habremos creado una utopía negativa o "expresión de lo que no debe ser" (Espinosa, 1974, p.394).
Las grandes obras de ficción especulativa pueden entenderse como una revuelta del género utópico contra sí mismo, una puesta en guardia contra el sueño utópico, realizado desde los márgenes de un pensamiento social en gran medida preso aún de los encantamientos utópicos y totalitarios del siglo. Una vez más, la literatura está por delante de otras formas de pensamiento. La denuncia del horror totalitario ocupará un lugar preferente en obras especulativas desde las primeras décadas del siglo. Si nos remontamos a un clásico de Jack London, El talón de hierro, escrito en 1907, constituye ya una virulenta antiutopía que describe el aplastamiento brutal por la oligarquía capitalista de la Comuna de Chicago y de las organizaciones obreras, en una obra novedosa de anticipación social que puede entenderse como un presagio literario de los horrores del fascismo. Pero es con la precursora intuición de Nosotros, 1920 (Yevgeni Ivánovich Zamiatin), la premonición de la invasión de Europa desde África de Berge, Meere und Giganten (Montañas, Mares y Gigantes) de Alfred Döblin (1924) [inserto], el temor absorbente de Un mundo feliz, 1932 (Aldous Huxley) y la capacidad revulsiva de La guerra de las salamandras, 1936 (Karel Capek) donde surge un fértil reguero que conduce a obras como la genial 1984, de 1948 (George Orwell) y la irónica Limbo, 1952 (Bernard Wolfe). Son cumbres de la literatura antiutópica.
Desesperada y trágica, la obra de Orwell presenta un balance tenebroso de la primera mitad del siglo y deviene en premonitorio aviso de las peores posibilidades del futuro llevando a su plenitud las pesadillas de Zamiatin y Huxley. En cambio, la antiutopía de Wolfe es sarcástica y paradójica: describe el proyecto de una paz duradera basada en la mutilación física y realiza un sarcasmo sangriento sobre la búsqueda en la exégesis de textos del pasado de respuestas al presente. Son antiutopías en las que aparecen conjuntamente el testimonio aterrado de los totalitarismos modernos, y la aprensión respecto al desarrollo y aplicación de las nuevas tecnologías cibernéticas, informáticas, etc. (fuente: Utopía y pensamiento)
Esa sensación de desespero y desánimo sigue a un corto período de prosperidad vivido durante los ocho años del gobierno de Aznar, un período que infundía confianza en el futuro y en que España era el país más destacado para ser algo en el futuro. Esperanzas que se hacen añicos no sólo tras el golpe del 11-M y los cuatro primeros años de retroceso en el tiempo, sino también (y aún más) con la pérdida de las elecciones por Rajoy y el PP y la posterior locura harakiriesca de Mariano el Detestado y Soraya la Loca.
Canta un viento frío
en mis venas huecas
Ondean los
campos de trigo
se acercan nubes negras…
Oh, nubes negras,
se
acercan nubes negras…
Hay algo mal dentro
hay mucho mas fuera
Un
poco de viento
levanta en mí la tormenta…
Oh, nubes negras,
se
acercan nubes negras…
Llevo en el cuerpo clavado
toneladas de acero
helado
Hoy es el fin del mundo
que pena que no me quieras…
La
tempestad, la tempestad…
Y cuando salga el sol
aun estará mi corazón
atado en el palo mayor
A la deriva, en el mar del dolor
Nubes Negras
Ustedes no tienen democracia.
Tienen un régimen en el que manda
un medio maricón que no ganó ninguna Guerra pero que fue metido a dedo por
alguien que si la ganó y se murió en su cama, tranquilamente y sin haber robado
todo lo que el Bourbon ha robado. Además el que ganó la Guerra nos alimentó, una
vez pudo, después de haberles ganado la Guerra a los inútiles, bastante bien y
nos dio trabajo y estudios a todos.
Los hijos de la gran puta
que se han ocupado luego de esto, a parte de robarnos y porculizarnos lo único
que hacen es el ridículo y robarnos más... La diferencia entre un militar y un
mierda es simple...
Este blog se ha acabado. A mi no me hace
falta nada, a los españoles les van a a dar por el culo y me alegro, por que
encima de haberlo legalizado, aunque les duela, lo van a recibir bien y a
gusto...
Espero que os duela.
Cretinos de mierda.
Tenéis lo que merecéis...
Me largo de este país de mierdas...
No entiendo muy bien lo del Borbón, pues el Rey será quien menos se ha hecho rico con la democracia.
Pero el comentario de Harto refleja el estado de ánimo surrealista que me invade a ratos. Las generalizaciones tampoco son buenas, aunque es fácil generalizar si la mayoría de un pueblo se vuelve majareta y vota a gente como Z. Al final lo que prevalece es la impresión general, y esa determina lo que uno piensa de un pueblo.
Lo que sí tengo clarísimo: No necesitamos educación controlada por el estado, por un gobierno totalitario. No necesitamos que controlen nuestros pensamientos.
Pero el comentario de Harto refleja el estado de ánimo surrealista que me invade a ratos. Las generalizaciones tampoco son buenas, aunque es fácil generalizar si la mayoría de un pueblo se vuelve majareta y vota a gente como Z. Al final lo que prevalece es la impresión general, y esa determina lo que uno piensa de un pueblo.
Lo que sí tengo clarísimo: No necesitamos educación controlada por el estado, por un gobierno totalitario. No necesitamos que controlen nuestros pensamientos.
Nubes negras se acumulanen el horizonte.Nubes en forma de
Z.Nubesque no auguran nada bueno.Nubes frías como el corazón
de los trolls que nos gobiernan.
Brana: Nubes Negras
1984 de George Orwell: Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado.
Extracto: The Wall - Pink Floyd y Escorpions, Berlín 1990. We don't need no education.
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