La noche pasada ha tenido lugar en Berlín la gran celebración oficial del vigésimo aniversario de la caída del muro. Desde hace días, todas las cadenas de televisión y radio alemanas y extranjeras han emitido reportajes amplios sobre aquel día histórico, también en España, donde la cadena más objetiva ha sido Intereconomía TV.
A pesar de la fuerte lluvia que caía durante todos los actos finales en la berlinesa Plaza de París, frente a la Puerta de Brandemburgo, el público aguantó los discursos, el concierto y el toque final de la caída de una hilera de 1 kilómetro de largo de piedras de dominó colocadas delante y por la zona de la Puerta de Brandemburgo, siguiendo el antiguo trazado del muro, decoradas con dibujos y pinturas de artistas de todo el mundo.
Paralelamente ha tenido lugar en la parisina Plaza de la Concordia otra celebración en homenaje a Berlín, tal vez un poco para compensar las reticencias de Francia hace veinte años respecto de una Alemania reunificada. Todo un detalle de los franceses, porque, además, se han esmerado en presentar un acto bastante original y colorido. Foto: La celebración en la Place de la Concorde de París: Color y música de Rostropovich desde cubiletes que imitaban las piezas del muro.
Si estas fiestas han servido para algo ha sido para acercar a la población, especialmente los jóvenes nacidos después de la caída del muro, a la historia reciente de Alemania y de Europa. También han vuelto a hablar de los países europeos liberados posteriormente del yugo comunista de la URSS y hoy casi todos miembros de la Unión Europea. Sin duda es motivo para celebrar esta fecha, aunque haya muchos aspectos bastante discutibles. En los discursos se notaba cierta mitificación de la intervención de algunas personalidades del momento que, en realidad, no jugaron ningún papel relevante en todo ello. Foto: Ángeles de la paz en algunos edificios berlineses, ayer por la mañana.
También llamó la atención la ausencia de Obama en tan importante celebración, a la que sólo acudió Hillary Clinton, la ministra de asuntos exteriores de EE.UU., y tampoco parece haber ido ninguno de los miembros del gobierno español, aunque esto no es de extrañar, pues las declaraciones de Zapatero en Polonia sobre el acontecimiento demuestran, una vez más, que no tiene ni idea de historia ni sabe calibrar cada cosa de acuerdo con su contexto, pues nada tiene en común el muro de la vergüenza con el régimen franquista ni la situación que vivían en la Alemania del Este. No me cabe duda de que, con lo poco que debe haber viajado Zapatero, en su juventud no saliera de España ni para ir a la playa y mucho menos para visitar a un régimen que en su fantasía infantil tiende a glorificar. En España se vivía con libertad física, aunque no política, durante al menos los últimos veinte años de la dictadura y no se pegaban tiros en la frontera para impedir que la gente saliera del país. Y durante la última década hasta hubo un crecimiento importante de la economía, pudiendo acceder a tiendas llenas de mercancías, cosa que en el este de Alemania era impensable. Foto: Lech Walesa antes de tumbar la primera de las piedras de dominó sobre la línea del muro.
También podría ser que el gobierno español ni fuera invitado, pues Zapatero ha sido un experto en meter la pata hasta el fondo en más de una ocasión, y la canciller alemana no perdona ni una. ¿Y para qué invitar a un gafe que, además, es un fracasado en su país y que se codea con dictadores con aspiraciones bélicas? Desde luego se ve en qué lugar ha quedado España con el gobierno Zapatero.
Desde luego hay que reconocer a los alemanes el mérito de saber organizar estos actos a la perfección. En diseño y planificación los actos de Berlín han sido magníficos, y tampoco se han visto deslucidos en demasía por la lluvia. Lo que molesta un poco es que los poderosos del mundo siempre están lejos del pueblo, y seguramente se veía todo mucho mejor en la televisión que en el mismo lugar de las celebraciones. Foto: Gorbachov tras descubrirse un busto en su honor.
La reunión de tantos gobernantes con motivo de este acontecimiento ha sido, sin duda, una ocasión para ponerse de acuerdo sobre medidas inmediatas. No sería de extrañar que de esta cumbre camuflada de fiesta salgan acontecimientos inmediatos. Hay temas candentes como la llamada a la guerra de Chávez contra Colombia o cuestiones de cómo evitar que ZP presida la UE el año que viene.
La que más motivos ha tenido para celebrar este día ha sido, sin duda, la canciller federal Ángela Merkel, pues sin la caída del muro nunca habría llegado a ser lo que es y a tener el poder que tiene, por mucho que estuviera trepando por las estructuras del partido comunista. Hace veinte años nadie pensaría que una alemana del este llegaría a dirigir los destinos de una Alemania libre ampliada por lo que había sido la zona de ocupación soviética. Foto: Ángela Merkel y Joachim Gauck (izq., primer director del archivo de los expedientes de la Stasi tras la caída del muro) cruzando el Puente de la Calle de Bornholm, antiguo paso fronterizo para ciudadanos federales, en la mañana de ayer.
En estos veinte años se ha trabajado mucho para reunificar también físicamente a una ciudad partida en dos durante veintiocho años. A la vista están los resultados si se compara el Berlín de hoy con él de 1989. Muchas actuaciones arquitectónicas pueden ser discutibles, pero lo que sí se ha conseguido es rellenar el vacío y revitalizar el centro de una ciudad que entre muro y casas en ruinas estaba clínicamente muerto. Aún algunos no quieren verlo y añoran lo que había antes sin darse cuenta de que serían ya incapaces de soportar aquello. Queda por derribar los muros en algunas cabezas. Para ello quizás hagan falta veinte años más. Y teniendo en cuenta esto, queda una reflexión: ¿Cuánto tiempo tardarán los cubanos en recuperarse del desastre de la revolución?
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