09 octubre 2009

La devaluación del Premio Nobel de la Paz

El Premio Nobel de la Paz es uno de estos premios que han perdido completamente su razón de ser. Aunque no es la primera vez que se conceda este premio por consideraciones puramente efectistas y contrarias a la finalidad que un premio de esta magnitud debería tener, la concesión por sorpresa al actual presidente de los Estados Unidos de América, que no lleva ni diez meses en su cargo y sin que haya hecho nada importante por la paz mundial, supone una devaluación que se debería castigar con no hacer el menor caso a la Fundación Nobel y sus comunicados.

Es más: Se debería recomendar la supresión de este polémico premio por no ser un reconocimientos a una labor efectiva por la paz. Más bien parece que se concede exclusivamente porque los premiados han movido debidamente sus lobbies y gastado dinero para conseguir que el jurado tome en consideración concederles el premio que se supone otorga tanto prestigio al galardonado.

Hasta la fecha, Obama sólo ha tenido discursos buenistas, pero no ha hecho absolutamente nada por cambiar la política internacional de EE.UU. o por impulsar iniciativas de paz. Un ejemplo claro es la continuidad del enfrentamiento verbal entre Irán e Israel o la imposibilidad de una solución del conflicto palestino-israelí o de la situación en Afganistán, cada vez más violenta y con más solados occidentales muertos en defensa de una democracia inexistente y de un presidente afgano que no gobierna más allá de la capital de Kabul.

Obama tampoco nos ha contado lo que piensa hacer o qué sentido tienen algunas intervenciones estadounidenses en países lejos de su ámbito real de influencia. No ha aclarado su política frente a Venezuela o Cuba, y para poner las cosas aún más complicadas, ha estado apoyando a un golpista como Zelaya en lugar de dar su respaldo al sistema constitucional hondureño. Su indefinición -que ya quedaba patente durante su campaña electoral del año pasado-, con discursos de palabrería hueca, empeora cuando ahora, de repente, apoya a Honduras porque los informes elaborados por Costa Rica y EE.UU. han demostrado que la actuación de las instituciones hondureñas ha sido la correcta.

Si en el pasado el Premio Nobel de la Paz al menos se concedía después de alguna "hazaña" de los premiados, ahora parece que se da a crédito, a ver qué hace el agraciado con ello, sólo que en el caso de estos premios nunca se ha producido una retirada o revocación del galardón por no haber sabido estar a la altura.

En cierto modo, con estos premios es como con las Olimpíadas o el Concurso Europeo de la Canción de la Eurovisión: No se conceden o votan en función de la valía del ganador o la alta calidad de sus actos, su propuesta técnica o su puesta en escena, sino en función de lobbies, politiqueos o principios de buena vecindad. Los esfuerzos reales por lograr un resultado aceptable se quedan en el camino y son arrollados por la mediocridad, las fantasmadas y los hechos consumados. No premiar el esfuerzo y la perfecta ejecución pone en duda si vale la pena hacer esfuerzos por conseguir algo, ya que lo que cuenta al final es tener buenas relaciones.

Anteriores concesiones polémicas del premio:

2007: Al Gore (EEUU) recibió el premio por su "trabajo" a favor del medio ambiente, pero sus tesis no sólo han sido refutadas y desmentidas por numerosos científicos de todo el mundo, sino que además ha sido duramente criticado por impartir conferencias a cambio de fuertes cantidades de dinero.
2002: Jimmy Carter (ex presidente de EEUU) recibió el galardón por "sus infatigables esfuerzos por encontrar soluciones a los conflictos internacionales, para avanzar en la democracia y los derechos humanos y por promover el desarrollo económico y social", pero se ofreció para mediar en la negociación del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con ETA. Su desconocimiento de la banda terrorista le llevó a denominarles como "miembros responsables de la comunidad vasca".
2001: Kofi Annan (Ghana) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El líder africano se vio involucrado en un escándalo junto a su hijo Kojo Annan por sospechas de corrupción en el programa de "Petróleo por alimentos".
1994: Yasser Arafat, terrorista palestino líder de la OLP, recibió el premio junto a Simon Peres e Isaac Rabin por sus "esfuerzos en crear paz en Medio Oriente". En su currículum hay que resaltar que fue uno de los ideólogos del asesinato de 11 atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972.
1992: Rigoberta Menchú (Guatemala). Fue premiada por "su trabajo a favor de la justicia social y la reconciliación etno-cultural basada en el respeto a los derechos de los indígenas", pero se ha vinculado en numerosas ocasiones con regímenes absolutistas como el de Castro en Cuba. También se la ha relacionado con el entorno de ETA, algo que no va en la linea de respetar la justicia social.
1973: Le Duc Tho (Vietnam) recibió el galardón junto a Henry A. Kissinger (EEUU) pero no llegó a recibirlo porque lo rechazó, convirtiéndose e uno de los más controvertido de la historia del Premio Nobel de la Paz.
1965: UNICEF. Esta organización internacional que defiende los derechos de los niños propuso el aborto como método de planificación familiar en países del Tercer Mundo.
Como nota curiosa, hay que recordar que entre los ex aspirantes al Premio Nobel de la Paz se encontró en su momento el dictador nazi Adolf Hitler y el dictador soviético Josef Stalin.

1 comentario:

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Te comentaré lo mismo que en el blog de Natalia, porque lo voy a incluir en un post a huevos.

Hubo un tiempo en el que, a pesar de casos llamativos, el Nobel realmente premiaba a gente válida. Pero el área del Nobel de la Paz se ha ido devaluando poco a poco, como la peseta en época de González. De tal forma que ahora se la dan a un tío, de color, que no lleva ni 8 meses en el cargo, y cuyo mayor mérito es mantener una guerra - Irak - que criticó por conveniencia pura y dura; y alimentar otra guerra - Afganistán - en la que está igual de cabezón que Gallardón.

Olé por el Nobel.

Saludos.