11 abril 2009

Teatro moderno en Berlín: ¿Quién es el señor Bunbury?

En el Pequeño Teatro (Kleines Theater) de Berlín se estrenó el 1 de abril la escenificación teatral y musical de una versión muy libre de "La importancia de llamarse Ernesto" de Oscar Wilde, de la parte en la que aparece el señor Bunbury.

Se trata de una adaptación de la obra de Wilde usando un lenguaje más moderno y nombres alemanes tanto dem los personajes como de los lugares. La obra en sí se presenta con el subtítulo de "La revista musical de 1 €".


Para la música se usaron melodías de "Mi amigo Bunbury" de Gerd Natschinski para crear una versión moderna de una "Ópera de 3 duros" convertida en la revista musical de 1 € "¿Quién es el señor Bunbury?".


Como ya deja entrever el título, se trata de una parodia de una sociedadvenida a menos y el programa del INEM alemán de "Medidas de Búsqueda de Empleo", en este caso pensado (irónicamente) para los artistas de teatro en paro. Lo de 1 € se explica porque estas medidas de búsqueda de empleo son subvencionadas por el estado. Los empresarios pagan sólo 1 € por hora trabajada, mientras que el resto del coste laboral es asumido por el INEM alemán (Agencia Federal de Empleo). Estas medidas están destinadas, sobre todo, a las personas en situación prolongada de desempleo para reinsertarlas en el mundo laboral.


Música: Gerd Natschinski

Idea/Escenificación: Dagmar Gelbke, Frank Brunet

Dirección musical: Andreas Peschel

Coreografía: Maik Damboldt

Con Dagmar Gelbke & Frank Brunet


La brillante comedia de confusión de Oscar Wilde "Bunbury“ apunta al código moral hipócrita de la alta sociedad de la Inglaterra victoriana. Que dicha sátira esté disfrutando de fama internacional hasta el día de hoy demuestra que el "bunburizar" - el inventarse las coartadas más pintorescas - no sólo era y sigue siendo una mala costumbre social, pues incluso hoy en día se puede descubrir en la mala relaci´çon diaria entre jóvenes y mayores, entre ricos y pobres, entre este y oeste, entre hombre y mujer muchos herederos del señor Bunbury - el señor Bunbury encubre una identidad simulada, una cuenta bancaria en Liechtenstein, la mala memoria de los políticos y muchos otros aspectos.

La interpretación al estilo del cabaret político de los textos de Oscar Wilde, amenizada con melodías cantadas, bailadas, baliadas con claqué del musical de Gerd Natschinskis titulado "Mi amigo Bunbury“ sirven en esta obra como base para la versión moderna de una especie de "Ópera de tres duros" llamada aquí "Revista musical de 1 €: ¿Quién es el señor Bunbury?"


En la presente obra, la historia comienza con una actriz en paro que va a recibir un cursillo para adaptarse a las exigencias de los escenarios y demostrar que vale para este tipo de trabajo. La Agencia de Empleo (en esta ficción) contrata a tal fin un profesor (Ernesto), aparentemente americano, para instruir a la desempleada en la materia. A continuación se mezclan las clases con una obra de ensayo, que recrea un ambiente postburgués, venido a menos, de una noble algo decadente (Lady Brandemburgo), un joven burgués que fue encontrado en una bolsa de viaje de plástico en la Estación del Zoo, una chica en edad de casarse, otra (que en realidad es un travesti) y de la que se enamora la chica con la que la noble (madre de la misma) quiere casar al chico, afincado en el campo (Uckermark).


Otro personaje que aparece es una cantante, antaño famosa, madre del chico (como se sabe al final), todo ello un enredo, con canciones y bailes de claqué intercaladas. Al final resulta que la chica se casa con la travesti, el chico conoce a su madre (tras la aparición de la "madre postiza" de la bolsa de plástico, lo que lleva a la artista, amiga de Lady Brandemburgo. Y lo del señor Bunbury resulta que es un personaje ficticio inexistente.


Finalmente, la actriz en paro se hace autónoma, el INEM despide al profesor, que es contratado por la actriz que recibió sus clases, y acaban con un musical con canciones y claqué.


Es elogiable el esfuerzo de los dos actores, que tienen que meterse en varios papeles seguidos y entremezclados, con lo que consiguen dar esta impresión de enredo entre realidad y ficción, aunque si no fuese por un monólogo del "profesor" a mitad de la representación para explicar un poco todo el enredo, resulta un poco difícil seguir la historia. En enfoque dado con nombres de la región da un toque gracioso y a la vez absurdo ("Lady Brandemburgo"), y algunos comentarios intermedios sobre políticos actuales resulta algo tendencioso y fuera de lugar, lo que descubre, a su vez, la visión germano-oriental de la vida. En conjunto es una representación entretenida, aunque el guión sea mejorable.


El Pequeño Teatro destaca por dar la oportunidad de compañías pequeñas de teatro para presentar sus obras, muchas veces sólo viables en salas pequeñas. La sala tiene un aforo de 99 personas que el segundo día de representación de esta obra estuvo al 70%. Un aspecto negativo: Venta de bebidas antes de empezar la función, con lo que uno se puede encontar con un vecino bebiendo cerveza durante la misma. El nivel del público alemán deja bastante que desear, aunque en este caso, por suerte, no le dio a nadie por dar a las palmas al sonar la música (como fue el caso en "Zille").


Valoración: ***

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