Fin de una costumbre poco saludable |
A partir de enero estará prohibido fumar en locales públicos. Concretamente, será el día 2 de enero, para no fastidiar a la gente la madrugada de Año Nuevo. Pasada la fiesta del día 1, los bares, restaurantes, discotecas y bingos quedarán libres de humo. Ya no importarán los metros que tenga el local ni los sistemas de ventilación. No habrá zonas para fumadores, ni cubículos para dar rienda suelta a la adicción. Pese a las enmiendas de algunos grupos políticos, el Congreso de los Diputados aprobó ayer una ley del tabaco sin ambigüedades ni lugar para las interpretaciones. Representa el triunfo de los no fumadores y de todo el colectivo médico que desde la primera regulación del tabaco en 2005 reclamaban una norma más dura. La nueva ley, una de las más estrictas de Europa, salió adelante con 336 votos a favor, cinco en contra y tres abstenciones.
Particularmente, me alegro de la prohibición, porque así no habrá posibilidad de sentirse tentado a fumar ni como fumador ocasional al estar reunido con amigos en bares y restaurantes. Dificultar el hábito del fumar costará un esfuerzo más que nada para los fumadores habituales, que a partir de ahora se acumularán en las puertas de los locales para inhalar el humo de ese pitillo adictivo, aunque perfectamente prescindible.
Lo que no me parece bien es que el gobierno no piensa compensar a los dueños de bares y restaurantes que con la prohición parcial anterior invirtieron bastante dinero en la habilitación de zonas de fumadores. Como siempre, este gobierno socialista actúa improvisando y sin pensar en las consecuencias de sus actos. Habría sido mejor que prohibiera directamente el consumo de tabaco en todos los locales, los perjuicios habrían sido menores.
En realidad es un gusto poder estar en locales como bares o discotecas libres de humo. Por una parte nadie te puede provocar por descuido algún agujero en la ropa, se respira mejor y la ropa no apesta a tabaco cuando uno llega a casa.
Lo que estará por ver es la molestia que ahora van a causar los fumadores agolpados delante de los locales cuando suba su humo por las paredes de los edificios. Ésta sí que puede ser una molestia de órdago.
La nueva normativa seguramente ayudará a que la gente reflexione sobre la necesidad de seguir fumando. A partir del coste elevado de las cajetillas, el tabaco deja de ser un elemento fijo de toda reunión social para pasar a ser la causa de la interrupción de conversaciones en grupo.
No creo que por ello vayan a perder negocio los bares y restaurantes, porque a la larga la gente se acostumbrará a que no se puede fumar y sabrá disfrutar de las veladas de la misma forma que antes. Es como con el alcohol, que algunos piensan es imprescindible para sentirse alegre. Desde que aumentaron los controles de alcoholemia, muchos han tenido que cambiar de costumbres al salir de copas para mantener el control sobre las cantidades de alcohol ingeridas. No por último esto contribuye a una vida más sana.
1 comentario:
Efectivamente, casi nadie excepto el gostelero recuerda la inversion que tuvo que hacer para adaptarse.
No creo que se produzca el cataclismo que vaticinan pero sigo pensando que el bar no es un sitio publico, es un negocio privado y el dueño deberia poder decidir que hacer en su local.
Un saludo.
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