El pasado domingo se celebraron en Francia elecciones regionales que supusieron un fuerte varapalo para el presidente Sarkozy, aunque la debacle estaba anunciada.
Igual que en Alemania, donde la ex comunista Ángela Merkel ha conseguido convertir a la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU) en una especie de partido socialdemócrata moderado eliminando todos los pesos pesados de la antigua derecha conservadora del partido, Sarkozy hizo todo lo contrario de lo que en vísperas de su elección prometía hacer y que se esperaba que hiciera. Igual que en el caso de la CDU, la UMP de Sarkozy lleva ya más de dos años en un letargo sin ideas ni proyectos, mientras que su líder y presidente ejerce sus cargos autocráticamente, con algún que otro golpe de efecto, pero sin resultados efectivos. La UMP está a la deriva, igual que la CDU e igual que el PP español, igualmente marcado por el miedo a sí mismo y la defensa de los valores que siempre decía defender.
Uno de los posibles errores de Sarko ha sido que incluyera en su gabinete a varios políticos de la izquierda y que suavizara en exceso las posiciones políticas de su partido. Lo que no quiere el votante conservador tradicional es que su partido actúe de forma tibia ante los problemas del país para tratar de gustar a todo el mundo, cuando en realidad nunca captará ni convencerá a los votantes de los partidos de la izquierda.
Los resultados del domingo pasado en Francia deben entenderse no tanto como que de repente la izquierda ha vuelto a convencer con ideas y proyectos, sino más bien como un voto de castigo a un partido que ni representa a los votantes de la derecha ni ha sabido gestionar el país convencido de sus propias ideas. Sólo en Alsacia-Lorena y algunos departamentos de ultramar la UMP ha podido mantenerse como fuerza más votada.
Otro aspecto a tener en cuenta, aunque suene trivial, es la mala imagen del matrimonio Sarkozy. Los ademanes un tanto ligeros de la primera dama y los rumores sobre sus infidelidades con el cantante francés Benjamin Biolay, pero también de otras de su propio marido, no dan una imagen acorde con lo que se espera del jefe del estado y del ejecutivo de Francia. El máximo representante de un país como Francia, con un peso considerable en la escena internacional, no se puede permitir tantas licencias, ya que con ello daña la imagen. Además, una vida llevada tan a la ligera tiene que tener sus consecuencias en la gestión del país, porque no se trata de un cargo sin importancia: Un jefe de estado y jefe de ejecutivo no tiene prácticamente vida privada.
Las ganancias del Frente Nacional del ultranacionalista Le Pen han sido limitadas. No se debe oplvidar que incluso Le Pen ha tenido amagos de acercamiento a los inmigrantes, y por otra parte, los partidos de corte nacionalsocialista no son precisamente de derechas, sino igualmente colectivistas como los socialistas de toda la vida.
A Sarkozy sólo le queda reflexionar seriamente sobre la vida que lleva y la mala gestión que se deriva de su estilo de vida si no quiere sucumbir en las próximas elecciones presidenciales. Una vuelta al poder de los socialistas -en unión con los comunistas franceses tan variopintos- llevaría al país a un desastre total y lo entregaría en brazos del Club Bilderberg, que no quiere otra cosa que una dictadura socialista, con miseria y promesas de estado de bienestar, control total y libertades restringidas. Con su mala gestión y su mal estilo, Sarkozy no ha podido prestar mejor servicio al Club Bilderberg y al CFR - ¿o acaso no será uno de ellos? No hay que olvidar que también Merkel presta servicios a Bilderberg... Curioso ¿no? Igual de curioso como el cambio de tercio de Rajoy tras su vista a Merkel y Sarko en vísperas de las elecciones generales en España. Los miles de millones de dólares que se invierten en el Instituto Tavistock dedicado al lavado de cerebros no han sido en vano, sobre todo cuando se trata de mentes débiles.
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