16 enero 2008

El Trepa ha resbalado sobre los peldaños

Estaba cantado. Las ansias de Gallardón de hacer carrera política y desbancar a Rajoy le han costado entrar en las listas del PP para el Congreso.
Gallardón se podía imaginar que eso iba a ocurrir, y además, con su pataleta al decir que se podría retirar de la política sólo demuestra incoherencia entre lo que dice y lo que quiere realmente, pues tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo había declarado que apoyaría a Rajoy para que sea presidente de gobierno.
Tampoco es muy gallardo retirarse así porque sí de la política abandonando la alcaldía de Madrid por no poder satisfacer sus ansias de poder. A Gallardón le viene pequeño el ayuntamiento, aspira a ser presidente de gobierno, pero olvida que debe satifacer los deseos del electorado del PP y llevarse bien con sus correligionarios.
Tal vez se lo piense. Ganó en Madrid por una gestión convincente al frente del ayuntamiento, pero sobre todo por ser del PP, no por ser Gallardón. Un reflejo de ello es que Aguirre sacó cinco puntos más que él, y Gallardón es una espina para muchos peperos por ser demasiado ambíguo y tender a establecer amistades políticas con la izquierda.
Rajoy no destaca por ser un líder carismático ni por la claridad de sus posiciones, pero Gallardón ha demostrado ser desleal al no ocultar sus aspiraciones de hacerse con el control del partido. El frenazo oficial que la ha impuesto Rajoy es significativo.
Puede que Gallardón sería un candidato a presidente de gobierno más carismático y capaz de aglutinar más votos de centro y centro-izquierda, pero desde luego con él el PP sufriría un movimiento hacia la izquierda como el que ha impuesto Ángela Merkel a la CDU alemana, de la que ha eliminado a todos que le podrían hacer sombra y defendían posiciones demasiado conservadoras. Imitar tales movimientos en España podría resultar perjudicial para la democracia, pues las indefiniciones ideológicas son todo menos una solución a los problemas actuales. Un ejemplo muy claro de la línea de Gallardón es la iluminación navideña: geometrías en lugar de simbología cristiana, para no molestar a los que no son cristianos. Eso equivale a falta de principios, y un conservador sin principios es como un café descafeinado: le falta lo esencial.
El abandono de Gallardón, si es que se produce, sería antes un bien que un mal para el PP y sus votantes, casi un alivio, aunque el mayor alivio sería que Zeta pierda las elecciones. Eso es a lo que ahora debería dedicarse Gallardón: ayudar aque el PP gane el 9 de marzo. Sus planes de carrera política importan bien poco.

3 comentarios:

Esta2.com dijo...

tu lo has dicho, es un trepa. viva pizarro

Anónimo dijo...

Sin embargo nadie puede negar k gallardon es uno de los grandes polticos de este pais, y tras sus abultadas mayorias absolutas sucesivas a exo meritos mas k de sobra y tiene mas capacidad k naide para optar a una plaza de diputado.

Sin embargo las formas le pierden.

El pierde una oportunidad, y nosotros perdemos a un gran politico.

liberalicantabria.blogspot.com

Atreides dijo...

Cierto, Gallardón es un gran político, pero es impaciente. Ya estaba avisado de que no iba a ir en la lista. Por otra parte, el PP lleva muy mal el tema de la democracia interna, los candidatos no se eligen por los afiliados (eso pasa en todos los grandes partidos). Alcaldes no deberían ser diputados, tampoco los presidentes de las comunidades autónomas, bastante tienen con dedicarse a sus cargos. Pero no creo que se lleve bien el tema. Gallardón debería conocer cómo funciona su partido para haber elegido una estrategia más astuta.