Hoy (27-N) hace treinta y dos años se celebró en la Iglesia de San Jerónimo el Real la solemne ceremonia de entronización del nuevo Rey de España, oficiada por el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Cardenal Vicente Enrique y Tarancón, cinco días después de la Proclamación de Don Juan Carlos I como Rey de España ante las Cortes Generales.
En la homilía de la coronación pronunciada por el cardenal, Tarancón ya adelantó la ruptura con el franquismo y el comienzo de una nueva época democrática. Sus palabras fueron reforzadas después por S.M. el Rey durante el almuerzo ofrecido a los altos dignatarios que habían acudido a Madrid para asistir a la ceremonia.
Que la izquierda se atreva a acusar al Rey de ser un reducto del franquismo a eliminar no es sino una demostración de lo poco que sabe de historia. El día de la consagración de la Corona quedó más claro que nunca que la España de Don Juan Carlos I sería muy diferente a la que acabó con el fallecimiento del Generalísimo.
El consenso y sentido común que se desprendían tanto de la homolía de Tarancón como de las palabras pronunciadas posteriormente por S.M. el Rey lamentablemente son vilipendiados por el actual gobierno de Z y sus aliados separatistas catalanes, vascos y gallegos. No estaría mal que se volvieran a leer los discursos de hace 32 años para tener presente lo que ha sido el buen hacer del Rey y de los políticos de entonces.
Al contrario de muchas otras Monarquías, en España el Rey no es coronado. La actual corona real data de tiempos del Rey Carlos III y tiene un valor meramente simbólico, ya que por su tamaño sería también imposible ceñirla.
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