Después del espectáculo entre bochornoso y patético, pero sobre todo contrario al estado de derecho y la Constitución, organizado por los sindicatos, los artistas de la ceja y algún fiscal jubilado con claros signos de enajenación histérico-memorística y de deslealtad a su propio cuerpo profesional para defender al indefendible juez estrella sospechoso de prevaricación y otros delitos contra el estado de derecho, acto que dejó patente la alienación de los líderes sindicales respecto de sus verdaderos cometidos como la defensa de los trabajadores (aunque éstos sólo interesan en la medida en que tengan empleo en empresas con comités de empresa para asegurarse puestos, cargos y liberaciones laborales para dedicarse a las actividades de activismo sindical político-ideológico y sobre todo chekista, ya que resulta sumamente aburrido ocuparse de los problemillas de los trabajadores y especialmente tedioso buscar soluciones para el desempleo creciente), los artistas de la ceja convocaron un encierro en la Facultad de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense de Madrid, situada en la calle San Bernardo, donde, según recordó la arpía roja de Pilar Bardem, comenzaron las protestas ciudadanas en la última etapa del franquismo". La protesta estuvo convocada por varias asociaciones para la "recuperación" (o mejor dicho tergiversación) de la memoria histórica bajo el lema "¿Impunidad para el franquismo? No, gracias".
Curiosamente, el encierro ha sido un fracaso rotundo, y no es nada sorprendente. Esta nueva burguesía de bolcheviques de salón no está acostumbrada a las penurias de los bancos de madera y de un aula poco acogedor en una facultad un tanto destartalada. En realidad ha sido un reflejo de lo que fue la protesta o lucha contra el franquismo de muchos que en aquellos tiempos vivían muy bien del franquismo, como por ejemplo José Sacristán, que se hacía de oro con aquellas películas de españoladas de los años sesenta y setenta.
Así ocurrió que los cejistas no acudieron más allá de la presentación por la mañana, ausentándose después y dejando el encierro en manos del escaso populacho antifranquista que, de manera quijotesca, ven franquismo donde hay estado derecho, sufriendo un tipo de confusión como la de Don Quijote, que en lugar de molinos de viento veía una especie de monstruos contra los que luchar. Y resulta que España, en realidad, no parece haber cambiado mucho en cuanto a mentalidad desde los tiempos de Cervantes. Resulta que los cejistas no son más que unos nostálgicos de tiempos que ni siquiera vivieron y que magnifican por la percepción distorsionada de la realidad, confundiendo el deseo con los hechos y apoyando erróneamente a un personaje ruin aupado a héroe de una república que nunca ha sido como dicen que fue y cuyo sistema nunca sería otra cosa que la repetición del horror de tiempos pasados más que tenebrosos.
1 comentario:
No hay nada nuevo en esto. Lo que tampoco sé es la razón por la cual los sindicatos, cuyo deber sería negociar directamente con los empresarios (pienso que esa debería de ser la razón de ser de las organizaciones de empleados, y no la política) apoyán al juez.
Incoherencias de la vida.
Saludos.
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