24 noviembre 2018

Gibraltar, británico para siempre (segundo episodio)

Este artículo no pretende ser un análisis histórico basado en el Derecho Internacional Público, sino una opinión sobre una situación de hecho. Como han demostrado varios hechos históricos (Alemania, Kosovo), la realidad política no respeta necesariamente tratados o configuraciones históricas de los estados o las naciones. En este caso, la realidad política no puede medirse en un tratado de hace 300 años ni en lo que era Gibraltar en 1704.


Han pasado nueve años desde que comenté una situación similar a la que vivimos en la actualidad. Ya entonces, siendo Ministro de Asuntos Exteriores  el señor Moratinos, hubo un debate a raíz de que éste reconocía el derecho de los gibraltareños a seguir siendo británicos. Las reacciones en España a la visita de Moratinos a Gibraltar fue uno de esos ejemplos de absurdidades de la política española con connotaciones históricas más propias de tiempos del franquismo que de un país moderno.

Moratinos saluda al entonces
Ministro Principal Caruana,
jefe del gobierno de la colonia.
Tras estos años, con Mariano Rajoy al frente del gobierno, hubo nuevamente polémicas periódicas sobre la Roca, sin que nada cambiase sustancialmente, salvo que el comercio entre España y Gibraltar ha ido en aumento, al igual que la superficie construida y la población de la colonia británica. No por último, la prosperidad de la Roca y del Campo de Gibraltar se debe a esta circunstancia particular de que Gibraltar es una colonia británica.

Resulta ahora que con el Brexit se extiende cierto nerviosismo. El nuevo presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que llegó a ocupar el poder ejecutivo de una forma bastante irregular, aunque no ilegal, por la puerta de atrás aprovechando cierta imprevisión en la Constitución, pudiendo gobernar con apenas un 22% de los escaños del Congreso gracias a pactos lúgubres con el sector político más radical y extremista de España, hace apenas diez días afirmada que el hecho de no haber intervenido en las negociaciones del Brexit para tratar el tema de Gibraltar era por pragmatismo, salta ahora después de haberse finalizado las negociación entre el Reino Unido y la Unión Europea para ponerse en escena desde la dictadura comunista de Cuba y pretender paralizar toda una cumbre europea organizada exclusivamente para aprobar los acuerdos con el Reino Unido.

Pedro Sánchez en la república comunista de Cuba
No por último se debe esta actitud a lo imprevisible del carácter del primer ministro español, que un día dice una cosa y al día siguiente la contraria, sin inmutarse, según dependa de unos u otros apoyos o de vender consejos y no tener para sí mismo. También habrá sido influido este idólatra de dictadores comunistas y odiados profesional de Franco por sus camaradas cubanos, pues su mirada durante la rueda de prensa dejaba bastantes dudas acerca de su estado mental. Pero, seguramente no se saldrá con la suya. La UE no permitirá que después de lograr un acuerdo tan difícil llegue este mequetrefe para montar su numerito particular de circo pensando que puede obtener lo que no se ha logrado en más de 300 años, y de hecho el presidente del Consejo Europeo, Tusk, ya ha conseguido pararle los pies al boy ególatra de España.

Una cosa está clara: Que España haya perdido Gibraltar dos veces seguidas es su propia culpa, y no sirve de nada el constante pataleo casi infantil de los políticos de este país cada vez que creen que se ha lesionado la soberanía española sobre un territorio que desde hace más de 300 años no es suyo, sino británico.

Sede del gobierno de Gibraltar
Tras la primera ocupación de la roca por los ingleses, las tropas españolas habían logrado recuperar el territorio, pero por poco tiempo: Aprovechando una de las muchas fiestas en España y a sabiendas que los españoles son muy fiesteros, los ingleses volvieron a ocupar el peñón para quedarse para siempre, y de nada sirvieron los asedios por el lado español, como se puede ver muy bien visitando los lugares históricos de la colonia británica.

En 300 años, la realidad social y política de la Roca ha cambiado mucho. Su población tiene hábitos realmente británicos, y se siente también británica, aunque muchos de los llanitos suelen hablar entre sí en un andaluz bastante castizo de la zona, combinado con un inglés muy británico. 

En todo este tiempo, España no ha sido capaz de recuperar la Roca. Tal vez porque en el fondo nunca ha tenido un interés especial más allá de su situación estratégica en el estrecho de Gibraltar, un estrecho que por otra parte España siempre ha podido vigilar muy bien desde Ceuta y Melilla, así como desde los peñones de Vélez de la Gomera, Alhucemas y las Islas Chafarinas. De Perejil mejor no hablemos, porque España nunca se había ocupado realmente de esa pequeña roca junto a Ceuta a pesar de que podría servir muy bien para controlar el tránsito de pateras. Y si España apenas muestra interés por sus enclaves africanas vecinas del actual Reino de Marruecos ¿por qué tanto interés por Gibraltar? Evidentemente, por el orgullo herido. Si el orgullo español, muy amenazado por otro lado, por Cataluña y el País Vasco, depende de ese minúsculo territorio rocoso, poco debe de haber de lo que España puede estar orgullosa.

Quizás la última oportunidad que tuvo España para convencer a los gibraltareños de que sería mejor vivir como parte de España y recuperar así Gibraltar, se perdió hace tiempo, justamente cuando el Generalísimo Franco decidió cerrar la verja por tiempo indefinido. Fue precisamente ese aislamiento total de Gibraltar de España lo que reforzó su identidad nacional británica al tener que moverse siempre en avión o barco, no pudiendo nunca acceder directamente a España, sino solamente vía Tanger o Londres. 

Guardia frente al
Gobierno de Gibraltar.
Si no se hubiese cerrado el acceso entre Gibraltar y España, otro gallo habría cantado al restaurarse la Monarquía en España con la proclamación de Don Juan Carlos I como Rey y restablecerse la democracia, algo que sin duda habría sido decisivo para ganarse las simpatías del pueblo de Gibraltar e integrarlo en España. Pero la verja no se volvió a abrir hasta 1984 (para los españoles) y 1986 (para todos), respectivamente. Esa misma diferenciación hecha por el gobierno socialista de Felipe González ya fue una demostración de lo que entienden los socialistas por igualdad.

Hoy en día, con el desmadre autonómico en España y las tendencias secesionistas de dos regiones, poco sentido tiene hablar de recuperar el peñón y su soberanía. Los mismos gibraltareños ya decidieron en una consulta popular que ellos quieren seguir siendo británicos, y por mucho que les ofrezcan una comunidad autónoma bilingüe propia, no van a acceder, pues viven mucho mejor como colonia británica que como autonomía española. Además, de hecho el capital español desde hace ya 32 años hace amplio uso de Gibraltar como lugar donde invertir y depositar fondos, y poco interés tendrán muchas personas muy influyentes en que esto cambie. 


La visita de Moratinos no fue sido, a mi entender, ningún desatino, y me duele tener que decirlo de un ministro que me parecía patético por su afinidad con dictadores comunistas (la misma afinidad que tiene Pedro Sánchez). Ha sido más bien un reconocimiento de una realidad inamovible. En tiempos en los que se habla de respetar la voluntad popular en cuestiones tan importantes como la autodeterminación, negar al pueblo gibraltareño el derecho de decidir libremente su futuro, no es aceptable. El Tratado de Utrecht, en sí bastante ambiguo, no puede ser hoy la base sobre la que negociar el futuro de la colonia británica.

Gibraltar no es comparable con Hongkong o Macao, ni tampoco con Melilla, Ceuta y los peñones adyacentes. La roca se perdió por ineficacia y falta del sentido de la responsabilidad y de previsión, Hongkong y Macao fueron territorios regalados a perpetuidad por el Emperador de China a Gran Bretaña y Portugal por su valiosa ayuda en la lucha contra los piratas (me da que pronto volverá a haber casos así en otras zonas) y se devolvieron a China más bien por razones de viabilidad económica y estratégica que por deseo de la población o necesidad política, mientras que Melilla, Ceuta, Alhucemas, Vélez de la Gomera, Perejil y Chafarinas (como también las otras antiguas posesiones y presidios en el norte de África como Orán) se conquistaron, entre otras razones, para luchar contra los piratas, pero en territorios sin soberanías concretas (Marruecos no existía). Foto: Según la leyenda, mientras que haya monos en Gibraltar, el peñón seguirá siendo británico. Nunca ha habido tantos monos como hoy en día.

España haría mejor en reconocer un hecho histórico y dejar que los gibraltareños vivan bajo la nacionalidad y la soberanía en las que se reafirman constantemente. Nuestros políticos se tendrían que haber levantado antes para evitar la pérdida. Después de 300 años ya no merece la pena perder el tiempo y usar la roca como medida populista cuando no se sabe resolver los problemas nacionales. A muy pocos les importará Gibraltar, y como territorio español perdería rápidamente todo interés económico y político, cuando el estratégico lo había perdido ya hace mucho tiempo.

God save the Queen! The Rock will remain British forever!



EL artículo de 2009 había sido citado en Letters from Gibraltar